El comprador de Springfield: Caída y resurección de Xbox. ¿La era del Game pass?

septiembre 25, 2020


 


Bienvenidos una vez más al espacio de noticias y opinión de Joróbate Flanders.

Como pasa el tiempo. Estamos cada vez más cerca del fin del mundo de ver una nueva generación de videojuegos, la novena ya. Playstation 5, pese a una mala comunicación inicial por parte de Sony (como aquel absurdo evento a horas intempestivas para presentar el logo de la máquina) parecía ya antes de empezar arrancar con gran ventaja tras el gran dominio de la anterior etapa, donde únicamente el arreón final de Nintendo con Switch impidió que estuviéramos hablando de números de la PS2. 

Sin embargo, en vísperas del Tokio Game Show, y a horas de abrirse las reservas de Xbox Series S y X, Microsoft daba la gran noticia del año, de la que ni siquiera había el más mínimo indicio: la absorción multimillonaria de la prestigiosa compañía Bethesda, dueña de franquicias de la talla de Fallout, Doom o The elder scrolls. Juegos que ahora formarán parte desde el día de lanzamiento, como cualquier exclusivo de la marca, del Game Pass.




Parece que fue hace una vida, pero solo hace 7 años del comienzo de la octava generación. De aquel día en que Microsoft se boicoteó a sí misma de forma solo comparable a los spoilers del trailer de Terminator Genesis. Una presentación de Xbox One que parecía más orientada a vender aplicaciones multimedia y derechos deportivos (exclusivos estos últimos de EEUU) que a explicar qué juegos había (entre los que cabía destacar Forza Motorsport 5 o Ryse: Son of Rome) llenaron Youtube y redes sociales de memes al respecto. 

Con todo, lo peor no era esto, sino políticas (afortunadamente descartadas) como la necesidad de que la consola estuviera conectada 24 horas al día a internet, lo que alimentaba teorías de la conspiración en torno a otro punto controvertido del sistema que sí se mantuvo: la inclusión del fallido periférico Kinect, que elevaba el precio de lanzamiento a los 499$. 

El anuncio de que PS4 costaría 100 dólares menos y un burlón vídeo sobre las restricciones que también iban a existir sobre los juegos de segunda mano hicieron el resto, y ni siquiera los episodios tanto de The big bang theory como South Park en torno a la guerra de consolas en los cuales Xbox One parecía salir mejor parada cambiaron su mala imagen. Si a eso le uníamos el ¿injusto? desastre comercial de Wii U, nos encontrábamos con un escenario en que Sony había ganado antes de empezar.



Las cancelaciones tampoco ayudaron


Mientras que Nintendo no tardó en tirar la toalla a la espera de tiempos mejores con 3DS manteniéndola a flote (llegando a existir presiones para que sus exclusivos fuesen multiplataforma) Microsoft inició una serie de cambios en torno a lo ya existente. 

El polémico Don Mattrick (quien en su día dijo despectivamente que "tenemos una consola para los que no tengan conexión a internet, se llama Xbox 360") era sustituido como CEO de la división de videojuegos por Phil Spencer, y apenas un año después ya había sido lanzada una primera revisión de Xbox One sin Kinect poniéndose al mismo precio que la competencia. 

Posteriormente en 2016 llegaba Xbox One S, con un tamaño más reducido, por fin con fuente de alimentación interna (por lo que ya no había necesidad de enchufes de gran tamaño) HDR y lector de blu ray 4K, en un momento en que apenas había películas en el mercado y el precio de los reproductores era muy elevado.





Pero la verdadera revolución llegó un año más tarde. Ya estábamos acostumbrados a que servicios como Xbox Live Gold o Playstation Network nos regalaran juegos cada mes, ya fueran de mejor o peor calidad. Game Pass era un paso más. Por una cuota mensual, podíamos disfrutar de un alquiler de los juegos exclusivos de la máquina, lo que se conoció como "el Netflix de las consolas". Además, a finales de año llegó la tercera y más ambiciosa revisión del sistema, el "project Scorpio" Xbox One X, la consola más potente de la generación, con la posibilidad de jugar a 4K.

No fue hasta un año después que Sony incluyó la descarga de juegos de PS4 en el servicio Playstation Now, mientras que los rumores iniciales de una oferta similar en Switch terminaron en un simple emulador de juegos de NES y Super Nintendo con títulos que en buena parte ya eran accesibles en las respectivas consolas mini. Aunque ya era tarde para ganar la generación (incluso la portátil híbrida de la gran N, con casi 4 años menos de vida, ha terminado por superarles) ahora Xbox había recuperado parte de la buena imagen ganada con 360.




Hoy en día parece cada vez más claro que el futuro que Sony intentó adelantar fallidamente en su día con PSP Go ya está aquí, la era del fin del formato físico. Tanto PS5 como Xbox Series cuentan ya de salida con versión "all digital" sin ranura de discos, dando un paso más Xbox y lanzando una versión aún más económica reduciendo las especificaciones de la máquina. 

Aunque esto puede parecer que lastrará la calidad de los títulos de Xbox Series X, o que esta última no aprovechará toda la potencia, como ya ocurrió en PS4 Pro y Xbox One X, es un escenario distinto, ya que esta versión reducida de Xbox, comparte arquitectura con su hermana mayor, disponiendo del mismo procesador, y “solo” notando la merma de características en su memoria RAM y gráfica, lo que supondrá menor resolución y tasa de frames, como ya indicaron a su lanzamiento.




Y en este nuevo escenario, Microsoft ya ha dado un primer golpe en la mesa incorporando al Game Pass a una compañía que abarca la friolera de 7 estudios diferentes, lo que ha eclipsado el ya de por sí interesante golpe de efecto que resultó la incorporación del EA Play. Y quien sabe si algún día a medio/largo plazo no se acabarán confirmando los eternos rumores de absorción de SEGA.

Es imposible saber aún quien ganará esta generación. Tendremos que ver como sigue funcionando Game Pass, lejos de sus trucos ofertas de inicio, teniendo a muchísimos usuarios pagando un euro por un año de servicio, aunque según declaraciones del propio Phil Spencer a principios de año, Game Pass es rentable y un buen negocio para la marca.

Pero en definitiva, algo ha cambiado. En un mundo en que los e-Sports mueven miles de millones al año, para Microsoft la marca Xbox ya no es solo una parte más de su gigantesco imperio informático. Ahora va a ser una de sus piezas clave. Y este nuevo escenario nos promete una lucha más interesante que nunca.

Algo en lo que los que jugamos saldremos ganando.

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