Revisitando Marvel: Iron Man 3 (SPOILERS)

febrero 07, 2019




Con Los vengadores quedó cerrada a lo grande la llamada "primera fase" del universo cinematográfico de Marvel. Ahora empezaba una nueva etapa, la de las gemas del infinito, donde la conexión entre los diferentes personajes sería aún más estrecha. Y quien mejor para esta primera película que el personaje que lo inició todo, Tony Stark (Robert Downey Jr) .

Para esta película (inspirada en la saga Extremis) habría un cambio en la dirección. Shane Black (coguionista junto a Drew Pearce) sustituía a Jon Favreau, cuyo personaje de Happy Hogan tuvo un papel mucho más corto aquí. Por su parte, Don Cheadle volvía como el Coronel James Rhodes, pero ya no con su característica armadura Máquina de guerra, sino con el "Iron Patriot", que en el comic perteneció al villano Norman Osborn, en una posible estrategia publicitaria destinada a hacerle la competencia a The amazing Spiderman, estrenada con relativo éxito el año anterior (2012) y cuya secuela se esperaba para el siguiente. Aunque ya habrá tiempo de hablar del conflicto con los derechos del "trepamuros".


Ni siquiera mola tanto



¿Quien sería el villano? Por supuesto, estaba, dada la saga ya mencionada, la doctora Maya Hansen, interpretada por Rebecca Hall. Pero IM3 sería sobre todo lo que los fans del comic esperaban: por fin hacía su aparición el Mandarín (Ben Kingsley) líder de la organización "Los diez anillos" que secuestró a Stark y le provocó la metralla en el corazón. Sin embargo, como ya venía pasando en películas anteriores (donde Jarvis se convirtió en J.A.R.V.I.S, por ejemplo) el personaje no era exactamente lo que se creía.






Tras un pequeño prólogo ambientado en Suiza en 1999, Iron Man 3 arranca exactamente donde terminó Los vengadores. El hasta entonces arrogante Tony vivió en sus carnes hasta qué punto llegaban las dimensiones de aquellas antiguas palabras de Nick Furia (Samuel L Jackson) de que "formaba parte de algo más grande" al meterse en un agujero de gusano hacía un planeta lejano con el objetivo de acabar con la invasión Chitauri. Desde entonces, trata de huir de la ansiedad que los recuerdos de esto le provocan (así como la obsesión por la seguridad) construyendo más y más armaduras.

Su último invento es la Mark 42, que puede ser manejada a control remoto, lo que le permitiría "luchar" a distancia desde un lugar seguro. Pero, por alguna razón, resulta demasiado frágil e inestable, lo que le causa más problemas que ventajas. Algo que no hace sino empeorar cuando, tras una fuerte explosión, Hogan resulta gravemente herido y Stark amenaza en televisión al misterioso "Mandarín", que bombardea su mansión inutilizando a J.A.R.V.I.S, y por tanto, sus armaduras.



¿Qué pudo fallar en el plan de dar la dirección de su casa a unos terroristas?



Aquí surge la primera de las polémicas que dividió al fandom en esta película, lo poco que sale Iron Man. Pero es que precisamente el mensaje que transmite la película es que Tony sigue evolucionando como persona, y empieza a darse cuenta de que no necesita las armaduras para ser un héroe. Algo que trataría de transmitirle a su más aventajado discípulo años después. Pero de nuevo, ya habrá tiempo de hablar de eso.

Tras una dura lucha con varios de los hombres del Mandarín, y la ayuda del inteligente niño Harley Keener (Ty Simpkins), Stark consigue llegar a la guarida de su enemigo, que resulta no ser una cueva en Afganistán sino una lujosa mansión en Miami. Y es que resulta que "los diez anillos" no es lo que parecía. 

Aldrich Killian (Guy Pearce) es un brillante científico con una grave minusvalía, que tuvo la ocasión de encontrarse con Tony en una fiesta de fin de año en 1999 en Suiza. Aunque este aceptó quedar con él para ayudarle en su trabajo, jamás se presentó a la cita, lo que le causa deseos de venganza. En colaboración con la doctora Hansen (que pasa esa noche con Stark) desarrolla el virus Extremis, que permite regenerar partes del cuerpo perdidas, con un peligroso efecto secundario: que el cuerpo se caliente hasta 3000 grados explotando. Killian monta entonces la farsa del Mandarín para cubrirse las espaldas, en una conspiración que llega hasta altas esferas del gobierno de EEUU.

Y he aquí la otra gran controversia del film: el amenazante "Mandarín" resulta no ser sino Trevor Slattery, un actor fracasado. Entiendo que este giro pueda no ser del gusto de todo el mundo, pero pensemos una cosa: en una trilogía orientada a la ciencia ficción, ¿hubiese quedado realmente bien un personaje que lucha con anillos mágicos? Si acaso lo veo más propio de por ejemplo el Doctor Extraño.


Guste o no la peli, esto sigue siendo espectacular


Tras la intensa batalla final en una plataforma petrolífera de Stark y Rhodes contra Killian (también sometido a Extremis), que tiene secuestrados al Presidente de EEUU (William Sadler) y a la novia de Tony, Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) este finalmente decide dejar atrás con su pasado. Se somete a una delicada operación de corazón que le quita la metralla pudiendo renunciar a su vez al reactor ARK, y posteriormente destruye las armaduras. Pero este no es el fin de Iron Man, sino un nuevo comienzo.

Eso lo veremos en próximos capítulos.

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